En el marco de la "Especialización en Educación y TIC" ofrecido por el Ministerio de Educación de la Nación, comenzamos un nuevo módulo: "Marco Político y Pedagógico". Para la actividad correspondiente a la primera clase, tuvimos abundante bibliografía:
- Ley de Educación Nacional Nº 26.206
- Resolución CFE Nº 84/09 y Anexo: “Lineamientos políticos y estratégicos de la Educación Secundaria Obligatoria”.
- Resolución CFE Nº 88/09 y Anexo: “Institucionalidad y fortalecimiento de la Educación Secundaria Obligatoria”.
- Resolución CFE Nº 188/12, Anexo 1 y Anexo 2: “Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación Docente 2012 – 2016”.
- Montesinos, P., Sinisi, L., Schoo, S. (2009) Sentidos en torno a la obligatoriedad de la educación secundaria, Serie: La Educación en Debate. Documentos de la DINIECE, Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación
Si bien a priori parece mucho, fue interesante porque pude articularlas con lo aprendido en el curso del MEC de España "Aprendizaje basado en proyectos"
como queda patente en la primera tarea del módulo que comparto con Uds:
Continúo las líneas de pensamientos del presente foro seguidas por
Alicia López y María Emilia Napolitano, y busco reflexionar y describir qué
sucede con las prácticas docentes ante la obligatoriedad de la educación
secundaria y más con la norma de la inclusión.
Ante la nueva realidad de nuestro tiempo y de la
escuela argentina, los docentes podemos actuar como si nada ocurriera ni aconteciese,
seguir como siempre, como si las nuevas generaciones fueran como las anteriores, o bien modificar y modificarnos aceptando los
nuevos desafíos.
Agrego el
párrafo que seleccioné de la bibliografía para la tarea de nuestra clase 1: “Ante
el desafío que representa una educación secundaria universal, Tedesco y López
(2004) se preguntan por los motivos por los cuales los jóvenes no asisten a la escuela.
Una primera respuesta se refiere a la falta de establecimientos para atender a
la matrícula potencial, dado que históricamente este nivel se reservaba para
una minoría. (…) señalan la existencia de un desajuste entre las
características de la oferta educativa y el desempeño real de los actores del
proceso pedagógico. Desde esta perspectiva, existe un malestar docente, así
como un malestar de los alumnos, que no encuentran en la escuela un espacio
significativo (…) el trabajo de los docentes presenta nuevas características y
desafíos: no sólo deben reconvertirse en función de los nuevos contenidos a
enseñar sino que su trabajo, tradicionalmente individual, ahora debe
articularse con el de otros profesionales y en el marco de un proyecto
institucional. Además, los autores sostienen que los alumnos llegan a las aulas
en “condiciones de educabilidad” muy distintas a las esperadas por los
docentes y reclaman una atención personalizada. Para Tedesco y López, los
métodos didácticos tradicionales ya no son útiles en estos nuevos escenarios. (Montesinos, M. y Sinisi, P.: 2009, 9.)
En esta cita se habla de qué es lo que debemos hacer
desde nuestra práctica docente, desde nuestro rinconcito de trabajo, porque
incluir es ley se debe revisar: los contenidos, los métodos, los modos y los
criterios de evaluación para que los sectores sociales que no fueron los
destinatarios históricos del secundario sean sujetos del derecho a la educación
secundaria. El paso por la educación secundaria debería brindarles a los
alumnos un espacio significativo, una oportunidad de un aprendizaje basados en proyectos
que eviten que sus expectativas no sean “imprecisas, inciertas o inexistentes”
(cfr. Montesinos M. y Sinisi, P.: 2009, 10.), para que además de proponer
actividades controladas por el profesor, que consisten en practicar lo transmitido
por el docente (EXPLICAR – PRACTICAR – EVALUAR) ofrezcamos un proceso de
trabajo compartido entre estudiantes por el cual se realizan preguntas, se
busca información que se elabora para obtener conclusiones y un producto final
tangible y memorable, que dé cuenta de: BUSCAR
– ELEGIR – APLICAR – ERRAR – CORREGIR –ENSAYAR.
Por lo tanto, si los docentes actuáramos como
siempre, seguiríamos con la enseñanza tradicional o de las 3P, presentación,
práctica, prueba. Una metodología que no
facilita la inclusión y dificulta la atención a la diversidad. En cambio,
aceptar lo nuevo implica un aprendizaje basado en proyectos, articulados con
otros docentes y profesionales, cuyo eje es un proceso colaborativo que
resuelve contingencias educativas. Porque, parafraseando a Viñao (2001) citado
por Montesinos, no debemos confundir el concepto de obligatoriedad con la
homogeneización. El mismo autor sostiene
que la obligatoriedad sólo puede ser positiva en la medida en que se produzcan
cambios profundos en las escuelas: los contenidos, los métodos, los modos y los
criterios de evaluación deben ser revisados. “De lo contrario, no sólo se
cometería un fraude sino además un “suplicio, algo insoportable por su misma
condición de obligatorio” para aquellos que son rechazados en las escuelas. “ (Viñao (2001) apud. Montesinos, M. y Sinisi,
P.: 2009, 10.)
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